CELEBRANDO EL HERMOSO LEGADO DE VALENTINA KOZLOVA.
Valentina y Leonid Kozlov hicieron historia, cuando durante una gira artística con el Ballet Bolshoi, en Los Angeles, en 1979, pidieron asilo político. Era la época de las deserciones de los bailarines soviéticos: En 1961 Rudolf Nureyev lo había hecho; luego le seguiría Natalia Makarova en 1970. Cuatro años más tarde Mijail Baryshnikov continuaría por ese camino, también tomado por Alexander Godunov, y los Kozlov. Estos últimos cerrarían la década, por más que después vendrían otros más.
Nada más apropiado que titular la función de la semana pasada en el teatro Joyce, “Legaccy” (Legado). Dicho espectáculo no solo sirvió para calibrar el perfeccionamiento que se ofrece a los alumnos en la escuela, si no que fue un digno tributo a la carrera y esfuerzos de la afamada bailarina rusa, por traspasar a otra generación el magnífico entrenamiento recibido en la escuela del Bolshoi.
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Irina Dvorovenko y Maxim Beloserkowsky en «Splendid Isolation 3»
Photo Yi Chun Wu, cortesía de Audrey Ross Publicity
El programa comenzó con tres importantes personajes en la vida de la Kovlova en el escenario, que vinieron a contarle a los presentes sus innumerables logros: En primer término habló Diane Hakak, alabando las cualidades de la amistad que las ha unido por varios años. Serge Ossorguine, quien servía de traductor durante la gira del Bolshoi, continuaría la presentación, contando anécdotas muy interesante de cómo se originó la deserción de la pareja Kovlov. El último en tomar la palabra fue Alex Dube, promotor y agente teatral, primer empresario que guió a la pareja por el camino de los contratos.
La parte bailable del programa, además de la propia Kovlova, y un nutrido grupo de alumnas, incluyó a bailarines de otras compañías que prestaron su cooperación al acto. Para comenzar, tuvo lugar la simulación de una clase impartida por Kovlova a Whitney Jensen, bella jovencita, de segura técnica y amplitud de torso, entrenada en el Conservatorio y miembro ya del Ballet de Boston, titulada “The Mentor”. Jensen tuvo otra brillante intervención bailando “Harlequinade”, de Petipa/Rimsky-Korsakoff, junto a Albert Davydov, miembro destacado del Ballet de Nueva Jersey.
Entre los bailarines de otras compañías que también se unieron al acto, estaban Irina Dvorovenko y Maxim Beloserkosky, del American Ballet Theatre, en una fascinante pieza titulada “Splendid Isolatioon 3”, con música de Mahler, coreografiada por Jessica Lang, con la bailarina envolviéndose en una enorme saya blanca. Wendy Whelan, secundada por Philip Neal, ambos del New York City Ballet, tuvieron a su cargo un segmento demasiado corto de “Who Cares?”, de Balanchine/Gersjwin, y por su parte Desmond Richardson, del conjunto Complexions, apareció en un disparate llamado “Moonlight”, coreografiado por Dwight Rhoden, cuyo factor más interesante era el ramo de flores que Richardson llevaba en la mano.
![Valentina y Leonid Kozlov Valentina y Leonid Kozlov](/UserFiles/Image/8/Image/Whitne.jpg)
Tanto la propia Kovlova, en un bello Pas de Deux titulado “Once Upon a Time”, con Charles Askegard, del NYCB –recordando los variados roles interpretados por la bailarina en su larga carrera–, como las alumnas más adelantadas del Conservatorio, se presentaron en coreografias de Sappington. Entre estos últimos,”Molitva”, con música de Part, fue una atractiva pieza , suave y misteriosa, en la que aparecieron doce alumnas del Conservatorio. No obstante, “Bossacunova”, con música de un autor desconocido, y encabezada por Jensen, fue un regalo delicioso para los espectadores, resultando ser el mejor exponente de las habilidades adquiridas por las ejecutantes. El resplandeciente grupo, que incluía a Alicia Fotino, Marielle Kaplan-Newman, Olivia Lafrenz y Sarah Steele, bailaron brillante y pícaramente, transportando al público asistente a una tierra de sol y alegría.
La noche terminó con un Defilé, donde aparecieron futuras ballerinas de todos tamaños, incluyendo a dos diminutas pequeñinas, que momentos antes habían dormitado en la sala del teatro entre los acogedores brazos de sus respectivos padres.
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Valentina Kovlova y Charles Askegard en «Once upon a Time»
Photo Yi Chun Wu, cortesía de Audrey Ross Publicity
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