Mañana, viernes 29 de mayo, marcho a Venecia.
En este viaje (el 4to. que organizo) mi visita mas «importante» y esperada es la de San Michele para conocer la morada de dos extraordinarias personalidades que marcaron la estética y la cultura de principios del siglo XX en Europa, Sergei Diaghilev e Igor Stravinsky.
La tumba de Diaghilev (1872-1929), director de los ballets rusos, sé que está rodeada de lápidas de princesas rusas que abandonaron su país tras la Revolución para ir a vivir y a morir en Venecia. Sobre la tumba, viejas zapatillas de baile descansan cual más preciada ofrenda como un regalo al «maestro de maestros».
Esas zapatillas que un día acariciaron los dedos doloridos y ensangrentados de alguien, de alguienes, mientras danzaba una música quizas como la de Chopin … Dejaremos con Margarita nuestras humildes puntas; una suerte, un privilegio.
Igor Stravinsky murió el 6 de abril del 71, a los ochenta y nueve años de edad. Pidió ser enterrado cerca de su amigo.
Dos amigos que se unieron eternamente a través de aquella trilogía: Petrushka, El Pájaro de Fuego y la Consagración de la Primavera.
Nos reencontramos la próxima semana.
Carolina de Pedro
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