Paloma Herrera fue nombrada directora del Ballet Estable del Teatro Colón de Buenos Aires.
Herrera, acerca de su nombramiento en el principal coliseo argentino, donde inició su carrera desde niña y se proyectó internacionalmente entre las mejores bailarinas del mundo, señaló a la agencia Télam:
«Acepto este reto con un enorme orgullo y agradecimiento. El Colón me dio todo, amo esta casa en la que crecí desde muy niña. Es una gran satisfacción para mí devolverle al Teatro todo lo que me dio, y poder proyectar a nuestro extraordinario cuerpo de baile al mundo».
La novedad de los cambios en la entidad artística se conocieron a mediados de semana. El director artístico, Darío Lopérfido, presentó su renuncia «para encarar nuevos desafíos profesionales en el exterior, desde donde continuará colaborando con la gestión», indicó un comunicado oficial.
El mismo texto dio cuenta de que la directora general del Colón, María Victoria Alcaraz, nombró en su reemplazo al mexicano Enrique Arturo Diemecke, hombre de larga trayectoria en el Teatro y quien desde 2007 se desempeña como director de la Orquesta Filarmónica de Buenos Aires. En el caso de Paloma Herrera, ocupará el lugar que deja vacante otro gran exbailarín, Maximiliano Guerra.
«Sostener los grandes clásicos, incorporar nuevas coreografías, mantenerse abiertos, con muchas funciones y todo el tiempo ensayando.» Así de transparente es el ADN de Paloma Herrera, ex primera figura del American Ballet neoyorquino y, desde ayer, flamante directora del Ballet Estable del Teatro Colón. Todas estas premisas se ligan perfectamente con otros valores que la bailarina argentina persiguió a lo largo de sus 25 años de carrera, que terminó a fines de 2015, puntualmente a los 40, como tenía previsto. «Excelencia, compromiso, disciplina, ética, pasión e inspiración.» Lo más interesante del caso es, justamente, que estos atributos que enumera son los que quiere inyectar en el cuerpo estable con el que trabajará desde el próximo martes.
«Más funciones, giras y buenas producciones» para este elenco que viene bailando poco fueron condiciones que puso sobre la mesa para aceptar el cargo que le ofreció la directora general, María Victoria Alcaraz. Herrera considera que «un director debe dedicarse ciento por ciento a su tarea -en el estudio, en todas las funciones»- y se compromete con esta idea, si bien mantendrá algunos compromisos ya asumidos previamente a su designación, como el montaje de Don Quijote para el Ballet del Sodre, que dirige Julio Bocca en Uruguay, otro ejemplo de un artista argentino que lleva la experiencia del ABT en su ADN.
«El Ballet del Colón tiene que ser importante en sí mismo y no el relleno en el escenario para que se luzcan las figuras que vienen de afuera. Voy a luchar para que la compañía tenga sus propias estrellas», comparte Herrera un objetivo que puede plantear ya, aun antes de abrir la puerta de la que será su oficina la semana próxima y ver? todo lo que hay que ver antes de tomar las decisiones. En principio, respetará los títulos de la temporada que hereda de Guerra y que comienza con Sylvia, de Ashton, en abril. Pero, como necesariamente está comprometido un incremento de funciones para superar las magras 22 previstas de antemano, habrá pronto novedades sobre los planes para 2017.
Luego de exponer su descollante talento desde niña y adolescente, a los 18 años Herrera obtuvo la green card para los Estados Unidos, siendo la primera vez que un argentino recibe su visa de Profesional de la Danza con la denominación “Extranjero de Extraordinario Talento”. Allí fue promovida a primera bailarina (solista) del American Ballet Theatre en 1995 a los 19 años, siendo la más joven en lograrlo en toda la historia de esa compañía.
Desde 2003 es miembro del Artist Committee (Jurado) para el Premio a la Trayectoria Artística más importante de Estados Unidos, el Kennedy Center Honorees, que se entrega en la National Celebration of the Performing Arts, entregado por el presidente en la Casa Blanca, desde 1978. Interpretó prácticamente todos los roles estelares del repertorio clásico, como Don Quijote, Romeo y Julieta, La Bayadera y El Lago de los Cisnes, y contemporáneo, por caso Apolo, El Hijo Pródigo, Stepping Stones, Americans We y Fancy Free.
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