Tragedia giapponese en tres actos.
El candor e ingenuidad adolescente de Cio-Cio-San adquirirá una fuerte resonancia trágica cuando, ya consciente del abandono de Pinkerton, acabe con su propia vida.
El candor e ingenuidad adolescente de Cio-Cio-San adquirirá una fuerte resonancia trágica cuando, ya consciente del abandono de Pinkerton, acabe con su propia vida.
Madama Butterfly se desarrolla en un mundo de jardines, geishas y dignatarios donde, en torno a las pequeños acontecimientos cotidianos, surgen una multiplicidad de acentos sentimentales que progresivamente perfilan un auténtico proceso de profundización psicológica de la protagonista.
MÚSICA: Giacomo Puccini (1858-1924)
LIBRETO: Giuseppe Giacosa y Luigi Illica, basado en la obra teatral homónima de David Belasco inspirada en el relato de John Luther Long
La pujante personalidad creativa de Giacomo Puccini (1858-1924), en la que se combina un incuestionable sentido dramático y una feliz asimilación de las diversas corrientes estéticas surgidas en el cambio de siglo.
Tosca y Madama Butterfly, desembocan en el mismo trágico final, el suicidio de la protagonista; coincidencia argumental de dos óperas que ocupan un lugar consecutivo en el catálogo de Puccini –cuatro años transcurren entre sus dos estrenos, acaecidos en 1900 y 1904 respectivamente. -, y que sin embargo no hace sino dar cuenta del enorme afán de renovación estilística que guió su trayectoria creativa. Nada más alejado de los espectaculares y contrastantes recursos dramáticos, con marcados rasgos veristas, de Tosca que la delicada intimidad en la que se desenvuelve la sencilla historia de Cio-Cio-San, la muchacha japonesa enamorada de un teniente de la marina norteamericana.
Madama Butterfly se desarrolla en un mundo de jardines, geishas y dignatarios donde, en torno a las pequeños acontecimientos cotidianos, surgen una multiplicidad de acentos sentimentales que progresivamente perfilan un auténtico proceso de profundización psicológica de la protagonista. El candor e ingenuidad adolescente de Cio-Cio-San adquirirá una fuerte resonancia trágica cuando, ya consciente del abandono de Pinkerton, acabe con su propia vida. La ambientación exótica despierta la riqueza tímbrica de Puccini, con cantos auténticos japoneses, para recrear ese “espacio otro”, de modo paralelo a como lo habían hecho los pintores impresionistas unas décadas antes, atraídos por las novedades visuales de las estampas japonesas.
ARGUMENTO
ACTO I
Una colina desde la que se divisan la ciudad y el puerto de Nagasaki. Pinkerton, teniente de la marina norteamericana, ha negociado con el casamentero japonés Goro su boda con Cio-Cio-San, también conocida como Butterfly. La boda está a punto de celebrarse. Goro enseña a Pinkerton la casa que está incluida en el contrato de matrimonio y le presenta a sus futuros sirvientes, entre los cuales se encuentra Suzuki, la doncella de Butterfly. Aparece entonces Sharpless, el Cónsul americano, con quien Pinkerton ha trabado amistad. Mientras brindan por América, Sharpless le pregunta si está realmente enamorado de Butterfly. Pinkerton responde que no está seguro de sus sentimientos, pero que arde en deseos de hacerla suya a cualquier precio. Sharpless, temeroso del daño emocional que Butterfly pueda sufrir, aconseja a Pinkerton que no se tome a broma su matrimonio, pero éste sólo piensa ya en la noche de bodas y apremia a Goro para que vaya en busca de la novia. La entrada de Butterfly, acompañada de sus amigas, obra un efecto mágico en los americanos. Sharpless, conmovido por la inocencia de la pequeña japonesa de quince años, se interesa por su pasado. Ella cuenta que la caída en desgracia de su padre ante el emperador arruinó a su próspera y respetada familia y que, para mantenerla, tuvo que convertirse en geisha. Con la llegada de los familiares y amigos de la novia se inician los sencillos ritos de la boda japonesa, que tiene como inesperado invitado al tío bonzo de Cio-Cio-San. Encolerizado al saber que su sobrina ha rechazado la religión de su familia y se ha convertido al cristianismo occidental, la maldice y obliga a todos los parientes a renegar de ella. Butterfly rompe a llorar desconsoladamente, lo que hace que Pinkerton pierda la paciencia y, muy enfadado, ordene a todos que abandonen la casa. A solas con su pequeña mujer, intenta consolarla con palabras y caricias mientras cae suavemente la noche. Butterfly, que ha tenido que renunciar a todo cuanto tenía para convertirse en su esposa, se siente entonces completamente dichosa. Extasiada, se entrega a su marido.
ACTO II
Hace tres años que Pinkerton dejó Nagasaki. Butterfly y Suzuki viven esperando su regreso. Suzuki, que ha perdido la esperanza y sabe que casi no les queda ya dinero, reza tristemente, pero Butterfly se niega a creer que Pinkerton la ha abandonado y, convencida de su regreso, hace ver a Suzuki cómo será el día en que él vuelva a casa. Sharpless, que llega acompañado de Goro, comunica a Butterfly que ha recibido una carta de Pinkerton anunciando su regreso. La desbordante alegría de la japonesa impide a Sharpless contarle el verdadero motivo de su vuelta. Goro, que durante los últimos meses ha intentado volver a casarla, anuncia la llegada de uno de los pretendientes, el adinerado Yamadori, pero Butterfly, exultante por el regreso de Pinkerton, lo rechaza definitivamente. Sharpless intenta leerle el resto de la carta y hacerle ver que es posible que su marido no venga con intenciones de quedarse. Ella admite que entonces tendría que elegir entre volver a convertirse en geisha o quitarse la vida, pero está convencida de que cambiará de idea cuando vea al hijo que concibieron juntos. Sharpless, desmoralizado y entristecido, abandona la casa prometiendo comunicar a Pinkerton la existencia del niño. Suena el cañón del puerto que anuncia la llegada de un nuevo barco. Butterfly, muy nerviosa, comprueba desde lejos con Suzuki que es el de su marido y, anticipando su llegada, se apresura a engalanar con flores toda la casa y a vestirse con el traje de novia. Después viste al niño y lo sienta a su lado, junto a Suzuki, para que vea llegar a su padre. Cae la noche. Empieza una larga espera.
ACTO III
Amanece. Suzuki y el niño se han quedado dormidos. Butterfly ha pasado la noche esperando. Suzuki se despierta y, asegurándole que la despertará en cuanto Pinkerton llegue, convence a Butterfly para que se acueste y descanse. Cuando Pinkerton aparece acompañado de Sharpless, el júbilo de Suzuki se convierte en tristeza: Pinkerton se ha casado con una americana y viene para llevarse al niño a su país. Avergonzado por su falta de valor y por la fidelidad que su mujer japonesa le ha demostrado, abandona la casa encomendando a Suzuki la dolorosa tarea de hacer saber la verdad a Butterfly cuando despierte. Sobrecogida, pero manteniendo la dignidad, Butterfly consiente en entregar el niño a Pinkerton con una sola condición: que sea él quien venga en persona a recogerlo. Sharpless parte en busca de Pinkerton mientras Butterfly decide quitarse la vida con el mismo cuchillo con el que se suicidó su padre. Despidiéndose tiernamente de su hijo, se retira detrás de un biombo y se atraviesa la garganta. Mientras se arrastra agonizando hacia el niño para besarlo por última vez, llegan Pinkerton y Sharpless. Butterfly extiende su brazo hacia el niño y muere. Pinkerton cae de rodillas a su lado. Sharpless coge al pequeño y lo abraza.
ACTO I
Una colina desde la que se divisan la ciudad y el puerto de Nagasaki. Pinkerton, teniente de la marina norteamericana, ha negociado con el casamentero japonés Goro su boda con Cio-Cio-San, también conocida como Butterfly. La boda está a punto de celebrarse. Goro enseña a Pinkerton la casa que está incluida en el contrato de matrimonio y le presenta a sus futuros sirvientes, entre los cuales se encuentra Suzuki, la doncella de Butterfly. Aparece entonces Sharpless, el Cónsul americano, con quien Pinkerton ha trabado amistad. Mientras brindan por América, Sharpless le pregunta si está realmente enamorado de Butterfly. Pinkerton responde que no está seguro de sus sentimientos, pero que arde en deseos de hacerla suya a cualquier precio. Sharpless, temeroso del daño emocional que Butterfly pueda sufrir, aconseja a Pinkerton que no se tome a broma su matrimonio, pero éste sólo piensa ya en la noche de bodas y apremia a Goro para que vaya en busca de la novia. La entrada de Butterfly, acompañada de sus amigas, obra un efecto mágico en los americanos. Sharpless, conmovido por la inocencia de la pequeña japonesa de quince años, se interesa por su pasado. Ella cuenta que la caída en desgracia de su padre ante el emperador arruinó a su próspera y respetada familia y que, para mantenerla, tuvo que convertirse en geisha. Con la llegada de los familiares y amigos de la novia se inician los sencillos ritos de la boda japonesa, que tiene como inesperado invitado al tío bonzo de Cio-Cio-San. Encolerizado al saber que su sobrina ha rechazado la religión de su familia y se ha convertido al cristianismo occidental, la maldice y obliga a todos los parientes a renegar de ella. Butterfly rompe a llorar desconsoladamente, lo que hace que Pinkerton pierda la paciencia y, muy enfadado, ordene a todos que abandonen la casa. A solas con su pequeña mujer, intenta consolarla con palabras y caricias mientras cae suavemente la noche. Butterfly, que ha tenido que renunciar a todo cuanto tenía para convertirse en su esposa, se siente entonces completamente dichosa. Extasiada, se entrega a su marido.
ACTO II
Hace tres años que Pinkerton dejó Nagasaki. Butterfly y Suzuki viven esperando su regreso. Suzuki, que ha perdido la esperanza y sabe que casi no les queda ya dinero, reza tristemente, pero Butterfly se niega a creer que Pinkerton la ha abandonado y, convencida de su regreso, hace ver a Suzuki cómo será el día en que él vuelva a casa. Sharpless, que llega acompañado de Goro, comunica a Butterfly que ha recibido una carta de Pinkerton anunciando su regreso. La desbordante alegría de la japonesa impide a Sharpless contarle el verdadero motivo de su vuelta. Goro, que durante los últimos meses ha intentado volver a casarla, anuncia la llegada de uno de los pretendientes, el adinerado Yamadori, pero Butterfly, exultante por el regreso de Pinkerton, lo rechaza definitivamente. Sharpless intenta leerle el resto de la carta y hacerle ver que es posible que su marido no venga con intenciones de quedarse. Ella admite que entonces tendría que elegir entre volver a convertirse en geisha o quitarse la vida, pero está convencida de que cambiará de idea cuando vea al hijo que concibieron juntos. Sharpless, desmoralizado y entristecido, abandona la casa prometiendo comunicar a Pinkerton la existencia del niño. Suena el cañón del puerto que anuncia la llegada de un nuevo barco. Butterfly, muy nerviosa, comprueba desde lejos con Suzuki que es el de su marido y, anticipando su llegada, se apresura a engalanar con flores toda la casa y a vestirse con el traje de novia. Después viste al niño y lo sienta a su lado, junto a Suzuki, para que vea llegar a su padre. Cae la noche. Empieza una larga espera.
ACTO III
Amanece. Suzuki y el niño se han quedado dormidos. Butterfly ha pasado la noche esperando. Suzuki se despierta y, asegurándole que la despertará en cuanto Pinkerton llegue, convence a Butterfly para que se acueste y descanse. Cuando Pinkerton aparece acompañado de Sharpless, el júbilo de Suzuki se convierte en tristeza: Pinkerton se ha casado con una americana y viene para llevarse al niño a su país. Avergonzado por su falta de valor y por la fidelidad que su mujer japonesa le ha demostrado, abandona la casa encomendando a Suzuki la dolorosa tarea de hacer saber la verdad a Butterfly cuando despierte. Sobrecogida, pero manteniendo la dignidad, Butterfly consiente en entregar el niño a Pinkerton con una sola condición: que sea él quien venga en persona a recogerlo. Sharpless parte en busca de Pinkerton mientras Butterfly decide quitarse la vida con el mismo cuchillo con el que se suicidó su padre. Despidiéndose tiernamente de su hijo, se retira detrás de un biombo y se atraviesa la garganta. Mientras se arrastra agonizando hacia el niño para besarlo por última vez, llegan Pinkerton y Sharpless. Butterfly extiende su brazo hacia el niño y muere. Pinkerton cae de rodillas a su lado. Sharpless coge al pequeño y lo abraza.
Fuente TEATRO REAL – Madrid (ESPAÑA)
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