Martha Graham Dance Company en el Teatre Liceu


«El centro del escenario es donde yo estoy»  Martha Graham (1894-1991)

No se puede esperar de una compañía como la Martha Graham Dance Company más que un espectáculo excelentemente llevado, atractivo e impecable, lleno de color y con un inmejorable estilo.

Este ha sido el resultado de su estreno en el Teatre Liceu, una oportunidad única de experimentar la obra de Martha Graham, con un programa centrado en las obras más representativas creadas en distintas etapas de la vida de la bailarina y coreógrafa, artífice total de la proeza de reflejar el arte moderno de su época a través de la danza.

Su técnica, definida en ocasiones, como “dance from the vagina”, nombre que a la misma coreógrafa la desconcertaba, y con razón, se basa en el opuesto de los movimientos del ballet clásico. Si en la danza clásica todo es abierto y está rotado hacia fuera (en dehors), Graham lo hizo cerrado y en paralelo. La espalda se convierte en uno de los principales focos de atención en el desarrollo de su método, ya que a través de contracciones y estiramientos (contraction and release), y junto con los músculos abdominales y la pelvis, forma a los bailarines, dotando a la columna vertebral de flexibilidad y resistencia.

La respiración es un instrumento fundamental durante la práctica del trabajo de contracciones, es crucial para llevar a cabo la técnica correctamente. El desplazamiento del peso del cuerpo es la clave del movimiento, y por ende, de su disciplina.

A la respiración se le deben, en gran medida, los efectos de la calidad del movimiento en los saltos y las caídas, la contracción y relajación del torso, la rotación de los hombros y, en consecuencia, su elegante y técnico port de bras.

Las piernas en paralelo, junto con los brazos, forman posiciones «cerradas» —siempre que tomemos al clásico como punto de partida—, en donde el relevé queda absolutamente en segundo plano frente a un trabajo exhausto y sólido de suelo.

La idea de Graham era alejarse de la técnica de la danza clásica, meta que logra ampliamente. Crea un sistema que se lo reconoce porque lleva su nombre: la técnica Graham, una técnica de estudio formada a través de la formación de nuevos movimientos tan importantes para cualquier bailarín como la misma técnica clásica.

La técnica Graham hace que uno baile en el suelo, con los pies flexionados y descalzo, que aprenda sobre la relación de la cadera con los hombros, que muestre el desplazamiento del propio peso y, en unos segundos, retorne a su posición inicial. Es una técnica severa, tanto como la clásica.

Durante mis estudios en el Teatro Colón, ocho eran los años básicos dedicados al estudio de la técnica de la danza clásica, y los mismos se le dedicaban al conocimiento de la técnica Graham. No se separaba una de la otra; iban de la mano. Tan de la mano como de una tercera fundamental en la formación de un bailarín profesional: la escuela bolera.

El programa que se ofreció en el Liceu la noche del estreno de la compañía fue enormemente representativo de su obra, ya que su elección destacó momentos históricos en su vida como coreógrafa. Escenografías con reminiscencias cubistas como en su célebre obra Embattled Garden, estrenada en el Adelphi Theatre de Nueva York en 1958, donde expone con su perspectiva el paraíso perdido, o Errand into the Maze, descriptivo y profundo viaje psicológico por su interior, estrenada el 28 de febrero de 1947 en Nueva York son algunas de sus obras notables. A ellas se unieron en el programa Diversion of Angels, una pieza de puro lucimiento grupal, con un resultado excelente, y para finalizar, su creación socialmente más comprometida, Chronicle, estrenada el 20 de diciembre de 1936 en el Guild Theatre de Nueva York. Extraordinaria obra.

Martha Graham desafió los cánones del ballet gracias a su personalidad ingeniosa, transgresora y arrogante. Su danza es fruto de la pasión y el interés hacia las emociones del ser humano, la tragedia y los límites del dolor.

Personalmente lo que más me gusta de Martha Graham es toda ella. Su técnica y su danza, sus vestidos y la manera de llevarlos, sus escenografías y la música elegida para cada una de sus obras, sus peinados y su maquillaje, sus manos —huesudas y nudosas por la artritis y envueltas en guantes, — y la manera de moverlas. Su expresión facial, que expresa toda su disciplina y su alta exigencia.

Su personalidad y su creatividad simbolizan la modernidad en la danza (personalmente rechazaba el término moderno ya que lo asociaba con lo viejo y prefería la denominación contemporáneo), y enseñó que la danza no tenía que ser bonita, sino más bien real.

Tal fue su deseo y una de sus mayores ambiciones, que convirtió su arte en el sello incuestionable de la danza en los Estados Unidos.

Su relación con el realismo de la experiencia humana ha sido, y es, admirable; reflejo fiel de un nuevo lenguaje de movimientos para el que ha creado coreografías, más de 180, a lo largo de toda su vida, que disfrutó hasta los 96 años.

Me atrevo a definir su técnica, porque la conozco y la he estudiado, como la danza clásica de la danza contemporánea. Pienso que tiene que ser misión y estudio obligatorio para todo bailarín de cualquier época.

Martha Graham Dance Company en el Teatre Liceu

Martha Graham, NY 1931 Photo by ©Edward Steichen ©Condé Nast

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