La profesora de ballet de la Escuela de la Ópera de París fue invitada por el Ballet Nacional Sodre para trabajar con los bailarines en la preparación de «La Sílfide», que se estrenó el jueves. La destacada artista habló con «El País» sobre esta visita.
«El objetivo de mi visita es ayudar a elevar el nivel de la compañía, y a la vez buscar mayor homogeneidad en el desempeño de los bailarines, que en muchos casos tienen distintas formaciones. Además busco inculcarles aspectos de la danza francesa, que no es que sea diferente, pero sí tiene una enseñanza un poco más rigurosa, más precisa. No es que se trate de una danza más seria, solamente que la expansividad es diferente», sintetiza la artista, quien fue primera figura del ballet francés.
La profesora, que vino el año pasado por primera vez al Sodre para trabajar durante tres semanas con la compañía, ya está bastante familiarizada con los bailarines locales. «Los veo muy bien. Creo que hicieron progresos desde la última vez que vine. Están muy atentos a escuchar y muy motivados para mejorar el estilo», precisa.
La visita de Cerutti, que cuenta con el apoyo de la Embajada de Francia, no es un hecho aislado, sino que forma parte de un proyecto más amplio, como lo explica Gerardo Bugarín, gerente del Ballet Nacional Sodre. «La idea de relacionarnos con la Escuela de danza de la Ópera de París tiene como origen la necesidad de contar con un modelo de bailarín que pueda adaptarse a los actuales requerimientos, tanto de la danza clásica como neo clásica, moderna y contemporánea. Creemos que el producto que sale de dicha escuela es el que mejor se adapta. Existen otras escuelas, pero el actual director artístico del BNS, Julio Bocca, considera que ésta es la que mejor se ajusta, en la actualidad, a su ideal de bailarín, tanto físico como artístico», afirma Bugarín.
«Cada compañía debe ir modelando un perfil determinado y propio. Para nuestro proyecto creemos que una asociación estratégica con una institución de estas características y tradición (este año está cumpliendo 300 años) puede servir como disparador para encontrar nuestra esencia y estilo particular», agrega el gerente del BNS, de larga trayectoria en el terreno de la gestión artística.
Ya se han dado varios pasos en vincular al BNS con la mayor institución del ballet galo. Además de las clases que Cerutti viene dando en Uruguay, la embajada uruguaya en París tomó contacto con la dirección de la Escuela, a cargo de Elisabeth Platel. También Bugarín ha viajado a París para avanzar en la gestión, que el propio ministro de Cultura Ricardo Ehrlich incluyó en su agenda. También se baraja una visita de Bocca a la Escuela de Danza en el segundo semestre de este año.
Pero el asunto no es fácil. «La principal traba es de tipo cultural. La formación en danza clásica francesa no se hace a través de una metodología que pueda ser `exportada`, sino que se asume como una cierta especificidad propia de la institución, que se ha sedimentado con el trabajo de múltiples generaciones a través de sus largos de los años de existencia, constituyendo un `savoir faire` que no puede ser transferido», reflexiona Bugarín.
«Como toda experiencia de cooperación e intercambio, se puede desarrollar en distintos tipos de figuras: intercambio de bailarines, intercambio de maestros, intercambio de producciones y stages de perfeccionamiento, entre otros. Esto se desarrollaría en el marco de programas de intercambio cultural y de cooperación, a lo que se suma el ingreso de Uruguay en la francofonía», asegura el gerente del BNS.
En la misma dirección opina Cerutti, quien sostiene que «lo que se puede hacer, entre otras cosas, es que vengan a Uruguay profesores, como es mi caso, para lograr hacer lo mismo al nivel de la Escuela Nacional de Danza.
La profesora explica que si bien la Ópera de París es su casa, con la que está vinculada desde los 11 años, «es muy agradable tener experiencias en otros lugares, y conocer otros bailarines, para no quedarse encerrada en una institución».
Cerutti (1960) tiene en su haber una gran carrera como bailarina y docente. «De chica, por prescripción médica, me dijeron que tenía que hacer gimnasia o danza. Rápidamente se convirtió en mi pasión». Pese a que han pasado muchos años desde que tomó sus primeras clases de ballet, ella sostiene que hay múltiples elementos que tienen plena vigencia. «La danza y la formación es la misma que cuando yo empecé a estudiar. Aunque lógicamente la danza evolucionó y evolucionará siempre, y eso no se lo puede perder de vista. Pero el método de aprendizaje es básicamente el mismo», puntualiza Cerutti.
Consultado sobre cuánto resta por hacer, Bugarín responde: «Mucho. Hay que considerar que todos estos programas implican una dedicación y un trabajo extra muy grande de ambas partes. Estas organizaciones son mucho más pequeñas de lo que imaginamos, y este tipo de relacionamiento implican un volumen de comunicaciones y compromisos extraordinario muchas veces difícil de gestionar, dado que el día a día de nuestras respectivas instituciones nos devoran la mayor parte de la energía y atención».
Junto a Nureyev
La trayectoria artística de Fabienne Cerutti incluye hitos difíciles de igualar, como el hecho de haber compartido escenario con el bailarín ruso Rudolf Nureyev, considerado como uno de los mejores del siglo XX. «Era algo extraordinario, no hay manera de definir lo que aportó a la danza. No sólo en la técnica, sino también en la presencia escénica, y hasta en su generosidad, con los artistas pero también hacia el público. Fue realmente un artista», rememora la profesora, quien remarca que en Francia la danza tradicional sigue en pie. «El ballet clásico no podría desaparecer así como así», remata.
Fuente El País Digital
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