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Estuve en el Teatre Liceu, con la fotógrafa Dorothee Elfring, el miércoles 4 de mayo, para ver el ensayo de Giselle de Akram Khan para el English National Ballet (ENB). Una Giselle que, si bien respeta la historia original, es completamente diferente.
Khan entreteje una fusión de danza contemporánea y Kathak indio en forma de danza clásica, de grandiosa creatividad, donde destaca en la interpretación una compañía fuerte en una obra de gran calidad y muchísimo trabajo.
Hay que conocer muy bien la música de Giselle para darse cuenta del trabajo que el compositor Vincenzo Lamagna hizo con la partitura de Adolphe Adam. Su creación teje temas del orginal en una partitura electro-orquestal magnífica.
Como dije, quien conozca la música, cada sección y cada melodia, la reconocerá la mayor parte del tiempo. Lamagna contó en la elaboración de su nueva partitura, con la colaboración del compositor y director musical del English National Ballet, Gavin Sutherland.
Las Willis, que en esta versíon son demoníacas y dan miedo, se mueven en puntas en una fábrica abandonada – una especie de infierno industrial – utilizando lanzas, de cañas de bambú, que por momentos cogen con los dientes, marcando en puntas una marcha tenebrosa en la que parecen zombis marchando en su fábrica de ropa del inframundo, en ruinas.
Khan cambia el concepto de las Willis, el de novias abandonadas por sus prometidos antes de casarse por el de trabajadoras que han perdido la vida en accidentes laborales en fábricas de Bangladesh, lugar de nacimiento de los padres de Akram Khan. Personalmente no me gustaron. Su cuadro me ha parecido largo y denso.
La coreografía de Akram Khan no pierde detalle y aborda una obra clásica desde un concepto completamenmte nuevo y estilísticamente diferente, y puede hacerlo él, que es un artista único. El efecto en conjunto impresiona y la entrega de las bailarinas es potente.
Myrtha al frente (Stina Quagebeur), marca el ritmo de la marcha con movimientos de miedo de las manos y, pese a lo poco que se puede ver por la baja iluminación, la cara. Tamara Rojo se luce espléndidamente como Giselle en un papel a su medida. Muy bellos los momentos con Albrecht (Isaac Hernández).
La Giselle de Akram Khan es una verdadera fusión de formas, danza, y venganza; una Giselle nueva, una reinterpretación deslumbrante de la icónica historia de amor, traición y redención, que no podría haber sido creada por nadie más.
Gracias a Akram Khan, Giselle continúa más viva que nunca.
Carolina de Pedro Pascual