Los Ballets Rusos estrenaron dos obras, ‘Las Meninas’ y ‘Kikimora’, en su temporada donostiarra, en agosto de 1916. Sólo faltó Nijinsky.
En 1916, en pleno ecuador de la Gran Guerra, no había en Europa muchos teatros en los que pudieran actuar los Ballets Rusos, de modo que su principal promotor, Sergei Diaghilev, aceptó de muy buen grado la invitación del rey Alfonso XIII y no dudó en embarcar a toda la compañía en Estados Unidos, donde estaban de gira, y trasladarse a una España neutral y, en aquel momento, más próspera y tranquila que los países inmersos en la contienda.
Una de las consecuencias de aquel viaje, además de la larga estancia española de los Ballets Rusos, fue el estreno en el teatro Victoria Eugenia de San Sebastián de dos de sus obras: Las Meninas y Kikimora, coreografiadas ambas por Léonide Massine (1896-1979).
Durante las semanas que los Ballets Rusos permanecieron en el Teatro Real de Madrid, alcanzando un extraordinario éxito y mostrando por primera vez en España las obras más significativas de su repertorio, Diaghilev visitó en varias ocasiones el museo de El Prado. Le impresionaron especialmente las pinturas de Goya y Velázquez, y allí alumbró la idea de crear para la compañía una obra de temática española, que sirviera a su vez de homenaje a su protector, Alfonso XIII, que se tenía a sí mismo como «padrino del ballet». El manto protector del rey, un auténtico entusiasta de la compañía, se extendió hasta 1918 cuando, finalizada la guerra, los Ballets Rusos volvieron a remontar el vuelo, tal como lo hacía Europa.
Cuando, siguiendo la costumbre de la familia real española desde mediados del siglo XIX, Alfonso XIII, su esposa la reina Victoria Eugenia y la práctica totalidad de la corte se trasladaron a San Sebastián en verano de 1916, el teatro Victoria Eugenia se convirtió como cada temporada en la versión estival del Teatro Real. Y el teatro donostiarra, espléndido cuatro años después de su inauguración, fue el marco en el que Diaghilev realizó su particular homenaje al monarca, estrenando el 21 de agosto Las Meninas y, tan sólo cuatro días después, Kikimora.
Las Meninas fue una solemne recreación de la España antigua, a través de una pavana danzada por personajes inspirados en el célebre lienzo de Velázquez. Con decorados de Carlo Socrate y vestuario de José María Sert, la coreografía de Massine se apoyaba en la música de Gabriel Fauré. Los bailarines Lydia Sokolova, Léon Woizikowsky y el propio Léonide Massine interpretaron esta pieza que, al parecer, obtuvo un rotundo éxito en su estreno, pese a ocupar un escaso relieve en la producción de los Ballets Rusos. Kikimora fue una miniatura coreográfica basada en un cuento de hadas ruso, sobre partitura de Anatoli Liadov, escenografía de Mikhail Larionov y, nuevamente, coreografía de Massine.
Lamentablemente, el público de San Sebastián no pudo disfrutar de la actuación del Dios de la Danza, Vaslav Nijinsky. Tras haber permanecido encarcelado como prisionero civil de guerra en lo que todavía era Austria-Hungría entre 1914 y 1916, Diaghilev había conseguido incorporarlo al último tramo de la primera gira estadounidense de la compañía. En lugar de volver a Europa, Nijinsky, en el que comenzaban a manifestarse los síntomas de la enfermedad mental que ya estaba a punto de terminar con su carrera, se quedó en Estados Unidos y privó a los donostiarras de su presencia.
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