Como toda expresión artística a lo largo de su historia el ballet ha tenido detractores y admiradores.
Es lógico que así sea puesto que el ser humano es complejo en gustos, razonamientos e ideologías. Pero tratemos de analizar el por qué de muchos detractores de este arte tan universal, afirman no gustarle. Empecemos por señalar que entre todas las manifestaciones artísticas, el ballet ha sido uno de los más criticados y cargados de prejuicios, tanto estéticos como morales.
Por Rolando Díaz Rodríguez
Casi desde el mismo comienzo de su desarrollo como arte escénico el ballet fue condenado por muchos cuando, en una innovación necesaria para su proyección expresiva, los bailarines asombraron y escandalizaron a gran parte de la sociedad al aparecer en escena luciendo el maillot, esa prenda que lo ha acompañado por siglos hasta nuestros días. Esto es sólo un ejemplo del pasado.
Veamos ahora, en nuestros días, algunos de los motivos por los cuales muchas personas argumentan no gustar del ballet, especialmente aquí, en nuestro país.
El cubano, por su idiosincrasia, su origen, por esa mezcla de razas, básicamente de español y africano, es un pueblo que lleva en su sangre el baile, la música, la sensualidad. El hombre cubano es viril, se siente orgulloso de su masculinidad y la proyecta enfáticamente hacia el exterior. Pero también, erróneamente, producto en gran medida de una carencia de cultura educativa, el hombre cubano ha sido, él mismo, víctima de prejuicios morales y de conductas, dando lugar al machismo que en ocasiones puede llegar a convertirlo en un ser espiritualmente mutilado, escaso de pensamientos y cerrado a un modo de proyección más amplio. Aunque es justo señalar que poco a poco se ha ido variando esta forma de actuar y pensar.
Sin embargo, todavía en muchos hogares se educa al varoncito de la casa en esos principios y equívocos prejuicios. En este sentido el ballet ha estado siempre en el punto de la crítica más alto dentro del ambiente familiar. A la niña se le ve con simpatía que se incline por el baile, por la danza académica, todo lo contrario al niño, al que se le critica e incluso se le trata de prohibir cualquier referencia a esa inclinación. Las razones argumentadas por una gran parte del sexo masculino es que lo consideran afeminado.
Realmente quienes así se expresan proyectan un desconocimiento total de este arte y no valoran en toda su magnitud la significación, tan necesaria, de la presencia masculina en la escena. Si el bailarín masculino no existiera, el ballet como arte no estaría completo. Que un hombre dance en un ballet no significa que sea afeminado, todo lo contrario, es en la escena donde el bailarín masculino proyecta toda su fuerza y virilidad. No debe confundirse jamás afeminamiento con profesionalismo. Y eso es lo que realmente es un bailarín, un profesional del baile.
El ballet, al igual que las demás expresiones artísticas, tiene su propio lenguaje y forma de proyección visual. Similar al cine, el teatro, la radio o la televisión, un ballet puede resultar un espectáculo comprendido o no por el público. Es un gran complejo donde intervienen no sólo los intérpretes, sino su creador (coreógrafo) el músico, el diseñador, el decorador, el argumentista …
Un ballet puede ser una obra con argumento o sin argumento. En el segundo caso se trata, regularmente, de concebir una serie de pasos, movimientos y actitudes, siguiendo los compases de una melodía y la cadencia de grupos y formas dictadas o conformadas por su coreógrafo. Siempre trazando un sentido armónico, y con una idea rítmica, cumpliendo un objetivo específico.
El primer caso se refiere cuando se presenta un ballet cuya narración tiene un comienzo y un final convenientemente elaborado y concebido, es decir un argumento. En el ballet, el argumento puede ser extraído de la literatura, de un hecho histórico, de una obra anteriormente elaborada o también de un libreto especialmente creado para ser bailado.
Cuando se trata de presentar un ballet en una versión de un argumento extraído de una narración ya antes escrita tiene la ventaja de ser fácilmente comprendido por la inmensa mayoría del público.
¿Quién no conoce la trama de «La bella durmiente del bosque»? ¿A quién no le es familiar «La Cenicienta»? Estos dos bellísimos y fantásticos relatos nos son muy cercanos desde la infancia.
Por lo tanto, al verlos sobre la escena danzados, tenemos ante nuestros ojos la oportunidad maravillosa de ser testigos visuales de todo ese mundo mágico y encantado. Así mismo sucede al llevar a la danza obras cumbres de la literatura universal como por ejemplo las versiones creadas sobre «La dama de las Camelias», del célebre escritor francés Alejandro Dumas o el clásico «Romeo y Julieta» , de William Shakespeare.
Otro tanto puede ocurrir al presentarse una obra basada en pasajes de la vida de un personaje histórico, citemos como ejemplo al mítico gladiador «Espartaco», cuyo ballet es uno de los más bellos y conmovedores de todo el repertorio de la danza. Al crearse un argumento, especialmente para ser bailado, el coreógrafo trabaja muy directamente con el libretista y crea una serie de pasos y movimientos que con armonía y precisión va relatando todo el argumento
El bailarín se convierte en un actor o actriz y por medio de su cuerpo y su arte es capaz de transmitir las vivencias y los estados de ánimo del personaje que interpreta. Su expresión es el baile, utilizando para ello los brazos, las piernas, la cabeza, gestos, movimientos, saltos, giros, actitudes. Un argumento creado especialmente para la danza puede extraerse de cualquier hecho cotidiano de la vida, de una leyenda, de la mitología antigua, de personajes históricos o cercanos a nosotros.
«El pájaro de fuego», basado en una muy antigua leyenda rusa, es uno de los más bellos ejemplares de un argumento creado especialmente para ser bailado.
Siempre, en cada función, es habitual que se entregue un programa donde se plasma una síntesis de la obra que vamos a presenciar. O en su lugar, por medio del audio, una voz nos narra ese argumento antes de comenzar la función. En ambos casos esto ayudará grandemente a que el ballet pueda llegar a ser más efectivo y mejor comprendido por el público asistente.
Una de las razones por la que muchas personas dicen que el ballet no les gusta, es porque afirman que no lo comprenden, que no saben qué se les está presentando, ni conocen el tema de la obra. Realmente esa no es justificación para expresar tan categóricamente el rechazo por la danza.
Es cierto que el ballet posee su propio estilo de expresión y que existen múltiples pasos técnicos, pero esto no constituye un obstáculo para su comprensión. No es esencial conocer cada uno de los pasos técnicos académicos para llegar a entender un ballet. Basta sólo con disfrutar del espectáculo y lo que se quiera transmitir.
El ballet es entre todas las artes quizás, una de las que como en ninguna otra se mezclen los demás , danza, música, actuación, pintura…
No cerremos nuestros ojos y nuestros corazones a un arte tan universal que es tan antiguo como antiguo es el mismo hombre.
Volvamos nuestra mirada a la danza, ello nos ayudará a ennoblecernos y gratificarnos la vida.
Por Rolando Díaz Rodríguez
* Graduado de nivel medio en idioma alemán. Diseñador, decorador, balletómano e historiador de ballet.
Revista Vitral No. 64 * año XI * noviembre-diciembre de 2004