Han conquistado los escenarios de París, Londres, Nueva York y Tokio, pero su vida real no fue tan brillante, como se lo imaginan sus admiradores.
Por Anna Galaida, para RBTH.
El talento de Alla Shélest (1919-1998) se hizo evidente cuando todavía era una niña pequeña. Fue la alumna favorita de la gran maestra Agripina Vagánova en la academia de ballet de San Petersburgo. Después de su graduación, Shélest en seguida se hizo con los papeles más importantes en el Teatro Mariinski (que antes se llamaba Kírovski).
No obstante, Shélest trabajó en el Mariinski cuando estaba lleno de estrellas: Dudínskaya, Ulánova, Osipenko y otras. Shélest tenía todos los talentos menos uno: no sabía defender su propia posición. Al final, no pudo interpretar muchos papeles con los que había soñado. Interpretó el papel de Giselle, su personaje favorito, solo una vez antes de jubilarse. De hecho, se conserva solo un vídeo de la bailarina que se despidió del escenario en 1963.
Nina Timoféieva (1935-2014)
Nina interpretó el papel principal del El Lago de los cisnes sobre el escenario del Teatro Mariinski el mismo año en el que se graduó de la Academia Vagánova. Pero, según cuenta ella misma, al día siguiente la podían enviar a sujetar el candelabro en la ópera Dubrovski. La orgullosa Timoféieva no supo aceptar este orden de las cosas. En 1956 se fue al Teatro Bolshói donde se convirtió en una de las alumnas de Galina Ulánova.
Al otro lado del escenario, Timoféieva también tuvo que superar muchas dificultades. Después de divorciarse del director de orquesta Guennadi Rozhdéstvenski, se casó con el compositor Kirill Molchánov, que creó para ella el ballet Macbeth. Sin embargo, el compositor murió el día del estreno de la obra.
Alla Osipenko (1932)
Es una de las últimas alumnas de Vagánova. Su aristocrática belleza impresionaba a cualquiera. Es probable que no fuera tan virtuosa pero conquistaba al público por su elegancia y exquisitez. Osipenko no se conformaba con los papeles clásicos, sino que también participó en los estrenos revolucionarios de Yuri Grigoróvich La flor de piedra y Las leyendas del amor.
Tomó una decisión impensable. Al trasladarse junto con su marido a Moscú, rechazó la oferta de ser la prima bailarina del Mariinski y decidió formar parte de un grupo semiprofesional creado por Leonid Yakobsón. Un par de años más tarde se incorporó en el grupo del ballet de Borís Eifman.
Osipenko se casó varias veces, se enamoraba, dejaba a sus parejas y la dejaban a ella también. Crió un hijo y sobrevivió a su muerte trágica. Ahora da clases particulares de ballet y sus alumnas la adoran.
Ekaterina Maxímova (1939 – 2009)
Es difícil encontrar a otra bailarina que haya disfrutado de la fama tanto como Maxímova. Cuando todavía estudiaba en el colegio, fue presentada a la reina de Bélgica y al gran coreógrafo danés Gerard Lander. El éxito le llegó durante su primera gira con el Teatro Bolshói en EE UU y China. En ese momento encontró a su pareja, Vladímir Vasíliev, con el que estudió en el colegio.
Lo tenía todo: los papeles principales y el reconocimiento del público. La invitaron a formar parte del ballet de Marsella y salió en la película Traviata de Franco Zeffirelli.
Sin embargo, pocos saben que después de una caída sobre el escenario en 1975, la bailarina tuvo una lesión de la columna vertebral: pasó meses en el hospital y no pudo tener hijos. La recuperación fue muy lenta, pero Maxímova volvió a subir al escenario y seguía bailando muchos años más.