Danza: Embajadora de un mundo de paz, igualdad, tolerancia y compasión. La danza nos enseña la sensibilidad, la conciencia y la atención al momento presente. La danza es la manifestación de nuestro ser vivo. La danza es la transformación, es el recinto de nuestra alma, la danza proporciona a nuestro cuerpo una dimensión espiritual.
Desde que se oficializó la celebración mundial de la danza en 1982 por la Unesco, el objetivo último era llamar la atención sobre este fenómeno profundamente humano que comparten todas las civilizaciones y culturas del mundo.
Se dijo: «Que la danza sea tomada en cuenta». Y cada año festejamos -y como toda celebración, de acuerdo con nuestros recursos- con gran emotividad y entusiasmo nuestro día, un día al año, el 29 de abril. Se hacen grandes declaraciones, nos quejamos de la falta de apoyo, expresamos lo maravilloso que es sumergirnos en el flujo de movimiento, proclamamos la fraternidad como un bien común a toda la comunidad dancística, elogiamos a la danza popular y por supuesto, también a la tradicional y folclórica, inclusive llegamos a percibir el alma de cada nación en esta última; el público generoso acude masivamente a participar del disfrute y elogio de la Danza, así, con mayúsculas, que incluye a todos los géneros dancísticos.
Y finalmente, termina el día, termina la fiesta… y todo vuelve a la normalidad.
Y la «normalidad» significa para los que apostamos la vida en esto: el desprecio por nuestra profesión, expresado de diversas maneras, bajos salarios, ausencia de seguridad social -falta de servicios médicos, tan necesarios para quienes tenemos como único instrumento el cuerpo, el propio ser-, la falta de una política cultural y educativa seria en cuanto a cultura del movimiento se trata; el desierto de las salas de teatro, si es que existen para la danza; la casi nula presencia de la educación dancística en niveles básicos, suplantada por ejercicios faltos de creatividad que reproducen la masificación y no la recuperación del ser en colectividad; el peso aún determinante de una errática educación católica que prohíbe e inhibe la autodeterminación del ser humano en su corporalidad recuperada. Trabajemos para ello.
Y este Día Internacional de la Danza, regocijémonos en el arte del movimiento. ¡Que viva y vivan, pues, la danza y sus danzantes!. Fuente Organización Editorial Mexicana.
Danza para adultos. La danza como forma de vida
La Danza Libre – Carolina de Pedro Pascual. Barcelona, 2023