Después de la Gala que iniciaría la temporada, el ABT dedicó la primera semana a una salva “ballética” titulada “El Corsario”, obra repleta de magníficos momentos de danza, en su modalidad más espectacular.
Escenificado por Anne Marie Holmes, sobre la coreografía original de Petipa y Konstantin Sergeyev, y usando la música de cinco compositores distintos, innumerables maîtres, así como esplendoroso vestuario y decorado original de Irina Tibilova, no importa que la trama parezca ridícula y complicada (suceden naufragios; hay piratas buenos y malos, mercaderes de esclavos, y también seductoras odaliscas que forman parte del harem de un Pashá lascivo y medio tonto), porque el resultado final es hechizante y complace a todos. ¡Y como no iba a suceder con el extraordinario elenco de que el ABT puede alardear!
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Gilllian Murphy y Roman Zhurbin, Medora y el Pashá de «El Corsario«. Gene Schiavone, cortesía del ABT
A Gennadi Saveliev, el corsario del role titular, el personaje le viene como anillo al dedo. Su baile es potente, y supo manejar con elegancia a su Medora, Gillian Murphy, para quien girar velozmente no ofrece ninguna dificultad. Murphy esa noche reafirmaría su posición de primerísimo figura, cuando en el famoso Pas de Deux (aquí Pas de Trois, según fuera diseñado originalmente) del Acto II, incluyó no solo vueltas dobles y triples en los interminables “fouettés” desarrollados (que, indiscutiblemente, son su característica más relevante), sino que las terminaría cada vez, con los brazos en corona. El esclavo Alí, tercer personaje de este fabuloso trío, fue José Manuel Carreño, siempre elegante gran señor de la escena, y uno de los mejores “partenaires” del momento actual.
Herman Cornejo, aparte de su limpieza danzaria, continuamente presente, sabe actuar con gran naturalidad, y como el siniestro mercader de esclavos de esta obra , insufló el role con momentos simpáticos y de desarmante naturalidad. Xiomara Reyes, como Medora, es siempre un encanto en la escena, no solo por su juvenil presencia, sino por su sólida interpretación.
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Herman Cornejo como el mercader de esclavos de «El Corsario». Gene Schiavone, cortesía del ABT.
Otro latino a considerar es Carlos López, como el traicionero pirata Birbanto, rol al que le da brillo con su ajustada actuación. Maria Riccetto, Misty Copeland y Renata Pavam como odaliscas, vencieron fácilmente las dificultades de sus respectivas variaciones, en especial Riccetto, sutil, cristalina y muy musical, así como Pavam, quien conquistó los “pirouettes” en diagonal, regalando tres de ellos cada vez.
En la última escena, conocida como Jardin Animée, bello sueño del Pashá, aparecen en escena un hermoso coro femenino, con guirnaldas de flores, incluyendo un grupo encantador de diminutas ballerinas en punta, que sabe moverse con acoplo y buen ritmo. El sueño termina, y poco después, de regreso a la orilla del mar, aparece de nuevo el enorme velero pirata, ahora sacudido por una tormenta (gracias a los magníficos efectos de tramoya). No obstante, el final feliz no se hace esperar: Los protagonistas se salvan sobre una roca, y continuarán jurándose amor eterno.
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